Tras la muerte de su hijo, Don Rodrigo, el Conde de Albrit
regresa de América a su pueblo con el objeto de descubrir cuál de sus dos
nietas es la legítima. Lucrecia, irlandesa, madre de las dos hijas (Leonor y
Dorotea, a quienes llama por sus diminutivos en inglés, Nelly y Dolly) una de
las cuales no es nieta de Rodrigo sino que fue origen de una aventura entre
Lucrecia y un pintor llamado Carlos Eraul. El abuelo se encariña de Dolly ya
que todos los indicios hacen pensar que esta es su nieta verdadera, entonces
Lucrecia le dice que su nieta realmente es Leonor. El abuelo, finalmente,
aprende a querer a sus dos nietas, olvidando el honor.
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